El australopithecus afarensis fue encontrado en 1974, en Hadar, en el norte de
Etiopía, por un equipo comandado por el paleoantropólogo estadounidense Donald
Johanson. Esta región es ocupada por la tribu Afar; de ahí el nombre de la
especie.
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Estos homínidos poseían cerebros pequeños, aproximadamente del tamaño de los grandes simios (como un chimpancé o un gorila), aunque en comparación con el tamaño del cuerpo eran relativamente más grandes. Tenían caras grandes, que se proyectaban por delante del cráneo (como la mayoría de los homínidos primitivos). Esto es, al menos en parte, reflejo del gran tamaño de los dientes, como en los simios. Sin embargo, y en contraste con éstos últimos, los caninos son reducidos, aunque se proyectan ligeramente delante del diente adyacente. Los incisivos son grandes (característica, en simios, asociada con un régimen frugívoro), y los premolares y molares son de tamaño sustancial, con superficies planas. La forma del paladar, aunque grande, forma una curva que no es parabólica, como la nuestra, ni de lados paralelos, como en simios. El efecto total es, de todas maneras, más parecido a la mandíbula humana que a la de un simio.
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